La noche del Viernes Santo nos lleva nuevamente a la ciudad
de Betanzos. A las diez de la noche y partiendo del imponente templo de San
Francisco, partirá la antiquísima procesión de Caladiños con los pasos de la
Santa Cruz y Nuestra Señora de los Dolores.
Esta estación de penitencia, como tantas de la semana mayor
brigantina, supone toda una lección de historia que la Cofradía de Semana Santa
Betanzos han ido recuperando y manteniendo. Si ya de por si salir ante la
mirada de Fernán Pérez de Andrade en su monumental sepulcro aporta una lección
de historia de Galicia, los uniformes de época, la comitiva municipal con los maceros
escoltando la bandera municipal en el Entierro y tantos otros detalles, el atuendo de los portadores en la procesión
de Caladiños merece especial atención.
Nos refiere sobre este particular el cronista oficial de
Betanzos:
<En pasadas centurias, los portadores de las
andas de la imagen de La Dolorosa, contaban con atuendo propio para la ocasión.
En las notas que Don Juan Gómez Navaza regaló a su buen amigo Don Francisco
Javier Martínez Santiso nos refiere lo siguiente:
“Hay unos ropones negros para los de la
Vera-Cruz con una esclavina blanca ribeteada de negro y orlada con atributos de
la Pasión: Calzan polainas blancas con vivos negros y tocan su cabeza con una
especie de gorro o bonete negro de cuatro picos. Estos mozos así vestidos son
los que conducen la Virgen de los Dolores….”
Con este uniforme
desfilaron hasta el último tercio del siglo XIX, y su desaparición sin duda fue
debida al abandono y escasez de recursos que sufrió la cofradía, habiéndose
perdido de la memoria colectiva.
Se trataba de un
uniforme sencillo, muy decoroso a la par de elegante, y ante todo respetuoso,
como al marco corresponde. Al estilo de nuestra tierra, el rostro iba
descubierto y la cabeza protegida con el tradicional bonete, al estilo
Patronillet de cuatro picos, elemento que precisaba de una armadura para
recubrir con el tejido, en este caso negro, de formato cuadrangular, y no como
los reconocidos de eclesiásticos y curiales, cuyo patrón conformaba un octógono
regular.
Los ropones se
utilizaban, tal como la palabra indica, sobre la vestimenta propia del
portador, con sobremanga ajustada a la muñeca, la más útil para facilitar la
sujeción de los barrotes de la angarilla, o bien sueltas, menos prácticas y más
económicas. Estos amplios ropones, cubrían el largo de la rodilla, y se
abotonaban en la parte superior por el corte abierto hasta el pecho, con
botonadura visible hasta el cuello, forrada de negro, en el que se sujetaba una
esclavina blanca, ribeteada de negro y orlada con los atributos de la Pasión.
Las polainas eran
blancas, con vivos y botones negros, al igual que los zapatos, de hebillas con
el símbolo de la Cofradía.>
En la actualidad los portadores de la imagen de la Virgen
Dolorosa lucen ese singular atuendo.
Resulta llamativo también que en la plaza de la Constitución
todas las procesiones hacen una parada y desde el balcón de la casa
consistorial se entona algún canto religioso . Dicha tradición tiene su origen
en tiempos pretéritos puesto que la Coral “Eslava” solía entonar un Stabat
Mater dicha plaza. En los años 40, la que hoy es sede de la Policía Local era
entonces la Cárcel Provincial de Mujeres y, ante ella, el paso de la Virgen
efectuaba una breve parada durante la cual las reclusas solían entonar saetas u
otras plegarias marianas desde las ventanas de la cárcel.
Toda una declaración de buen hacer y de recuperación de
tradiciones de esta celebración que ha sido recientemente declarada de interés turístico
de Galicia y que aspira a más. Un gran trabajo desarrollado por la cofradía de
Semana Santa de Betanzos que engloba a todas aquellas cofradías gremiales
dieciochescas.
Todo un orgullo participar en esta pujante Semana Santa
VA
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