Domingo de Ramos y comienza la tarde. Un año más nos dirigimos a
Ares. Como cada año tenemos una cita con un Hombre que pasea por las calles de
la villa a lomos de un borrico. Le acompaña otro hombre, uno que está a cargo
de Su Madre; y en medio de ellos, tal y como nos han confirmado ayer mismo,
estará la Amargura poniendo música.
Diez años, diez semanas santas se cumplirán desde aquella
primera de 2008. Diez semanas en nueve años en las que hemos ido forjando y
estrechando amistades con la cofradía de Jesús Nazareno y Soledad de Nuestra
Señora. Durante bastantes años aquí comenzábamos la semana santa. En la
actualidad ya no es así, pero la burriquita en Ares sigue siendo muy especial
para toda la Amargura. Es recordar nuestros principios, es caminar entre
amigos, es como volver a casa, porque nos hacen sentir exactamente eso: de casa.
Así lo indica una mirada a nuestro uniforme de gala donde, desde el año pasado
luce una insignia de la cofradía en nuestras solapas. Íbamos a ponerla sólo
para esta procesión pero, por deferencia a la hermandad y el cariño que le
tenemos, se adoptó la decisión de incorporarla como un elemento más a nuestra
uniformidad.
Un año más en la trasera de San Juan. Un año más delante del Señor que a lomos de un
borriquillo señorea la Villa. Un año más donde el bosque de palmas y olivos se
detendrá en la plaza para la bendición de los ramos desde el balcón. Un año más
para que se celebre un pequeño encuentro en la plaza ante San José obrero y se
recojan ambos a los acordes de la saeta. Como siempre, como cada año, como
manda la costumbre.
Agradecer desde estas líneas la confianza depositada en
nuestra formación por la Cofradía de Jesús Nazareno y Soledad de Nuestra Señora
de Ares un año más.
VA
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